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Modernizar la educación

“Ganar competitividad elevando la calidad educativa es la fórmula recomendada a México por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), para enfrentar los retos del conocimiento y la crisis económica. México tiene que mejorar la calidad de su educación para enfrentarse a los retos de la sociedad del conocimiento”, señaló Bernard Hugonnier, director adjunto del Directorado de Educación de la OCDE, “pero debido a la interdependencia y la competencia económica mundial, también para hacer frente al problema económico que enfrentan los países”.
En suma, requiere modernizar su sistema educativo, expresó el funcionario internacional al inaugurarse la conferencia conjunta México-OCDE sobre calidad educativa.
“México”, advirtió Hugonnier, “va a tener éxito si se cumplen tres condiciones: mejorar la calidad del sistema educativo, disminuir las desigualdades del aprendizaje, e incrementar la innovación y la educación que ayuda a una mejor participación cívica y democrática”.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico no es, en forma alguna, la primera en “sugerir” o “aconsejar” a México mejorar su sistema educativo, “disminuir las desigualdades en el área del aprendizaje, así como aumentar las innovaciones educativas y todo lo que coadyuve a mejorar la participación ciudadana y democrática. Cada vez que algo así ocurre, las autoridades educativas mexicanas responden que sí, que en verdad el sistema educativo mexicano se ha adelantado a la sugerencia y tiene ya en ejercicio —o está próximo a tener— lo que sea que haya sido el tema de la sugerencia.
Hay razón: si las autoridades de educación atendieran a todos los llamados y las sugerencias de todo cuerpo social que posee o se adjudica la autoridad necesaria para erigirse en consejero, no tendría el tiempo ni, quizá, los recursos necesarios para ejecutar los programas oficiales.
El sistema educativo mexicano no es perfecto. Tal vez está muy lejos de la perfección. Pero está hecho para llenar las necesidades específicas de la educación mexicana, y forma parte de un sistema único en su integración y en su aplicación, que sería muy largo y muy costoso sustituir.
Por supuesto, ese sistema no es en modo alguno estático. Día con día está expuesto al cambio propio de la evolución que todas las cosas experimentan, y esos cambios resultan cada vez más frecuentes. Esa frecuencia tiene sus riesgos, el mayor de los cuales es la rapidez con la que algunas veces hay que tomar decisiones importantes, que por la misma prisa corren el riesgo de resultar erróneas. Pero eso no ocurre con frecuencia. Por el contrario, la gran mayoría de los cambios resultan para bien. Para eso, además de cumplir con la maravillosa tarea de enseñar a los niños y a los jóvenes, para eso están los adelantados de la educación y la cultura, los maestros.